viernes, 5 de febrero de 2016

ODIO IR AL PARQUE

Ir al parque se ha vuelto un suplicio.

Llamarme repunante, pero no soporto los aires de muchos padres, que se creen que el parque es suyo.

No soporto el corrillo de madres que sólo saben soltar tonterías por la boca, que si no mandan deberes por el grupo del whatsapp, que si fulanita se separó, que si menganito no pagó la cuota o donativo, en fin, tonterías que mientras las hablan, sus hijos vagan libremente por todo el parque haciendo de todo, nunca nada bueno, pero como son niños ... todo se les permite, pues una leche. " Mira pal tu guaje y déjate de tanta tontería ".

Luego están los padres de nivel superior, los que no miran por sus hijos. No digo que estés encima de ellos todo el tiempo, pero dejar al guaje en el parque, como el cabrero que suelta les cabres en el monte, mientras ellos están todos "repanchingaos" en la sidrería tomando su habitual refrigerio. Eso es ser de nivel superior, porque añade que la sidrería está cruzando la calle, y a menos que seas un X-Men, lo tienes bastante chungo para vigilar o mirar que está haciendo tu hijo, así tienen la excusa perfecta de que " yo no vi nada, seguro que no fue mi hijo porque él es super tranquilo y nunca hace nada ", Sí ya.

No soporto a los abuelos maleducados que sientan a sus nietos en los columpios mientras meriendan.
Sí digo bien, abuelos, porque ellos también cuidan a los churrumbeles y, son tan mal educados, o peor, que los propios padres, y digo peor, porque con la excusa de que son mayores, y con algún que otro achaque, sordera sobretodo, se creen que ellos mandan por ser de mayor rango.
Pues lo que hacen estos abuelos, es sentar al crío en el columpio para darle la merienda y, hasta que no termine, no baja, no vaya a ser que el peque rompa su rutina de merienda y le de por no merendar los mini cachitos de sandwich de nocilla que su abuelo o abuela se esmera tanto en cortar  para que la criatura se alimente, por eso, no debe romper su rutina de rumiar cinco minutos cada mini cachito, no vaya a ser que se le corte la digestión.

Pues después de esta escena, y observar que llevas 10 minutos en el parque y los columpios siguen ocupados, mi pequeño quiere montar, a lo que una servidora le tiene que explicar que hay niños montaos.
Pero, dile a un niño de 2 años, que merendó en casa, que el niño no se baja. El peque vuelve a insistir ya en  modo pataleta, y con razón, que quiere montar en el columpio, y yo con voz un poco más alta, por si los abuelos que tienen a sus nietos en los columpios no me oyen ya que muchos sufren de sordera, le vuelvo a decir que hay niños, que el columpio está ocupado. Y el peque  me acaba contestando que le da igual, que se bajen. Pero, nada, debe ser lo que os digo, son duros de oído.

Lo siguiente que me toca hacer es marcharme con el niño porque no hay plan de que bajen del columpio. Prefiero marcharme porque sino me pongo en plan Aragorn, van a rodar cabezas.

Lo que más me indigna, es que cuando nos vamos alejando, los ocupas del columpio ven a lo lejos a su amiguete y, en un abrir y cerrar de ojos, dejan el columpio libre para su amiguete, ya que de repente les entra la venga generosa, pero con su amiguito, claro.
Entonces me voy a toda prisa porque ya veo que mis ojos se encienden y, de un momento a otro, me voy a convertir en HULK, me entran unas ganas de coger al guaje, los güelos y, el dichoso bocadillo, y meterlos en el estanque de los patos.

Pues bien, después nos vamos al tobogán para los peques, ya vuelvo a poner mi cara de asesina. Cuando unos niños mayores, de unos 10 años, sin padres, ( seguro que son los X-Men de la sidrería ), que andan haciendo el gamberro, cuando tienen un tobogán grande para ellos.
Cuando por fin puede jugar el peque, llega el matón del parque, puede que le saque unos meses al tuyo, pero piensas que ya debería irse a jugar con los de 10. Pues otra vez a aguantar e intentar explicarle que hay que respetar el turno para montar el tobogán, que no puede hacer lo que le de la gana, se lo dices un par de veces, y a la cuarta ya levantas la voz para ver si sus cuidadores se dan por aludidos, pero NO.
Nadie le dice nada al crío, al mío me lo tira del tobogán, y me cabreo, cojo a mi pequeño y nos vamos. Con tan buena suerte que voy " reburdiando " ( hablando en voz bajita, pero cabreada y soltando algún que otro insulto, pero para que no me oiga mi pequeño que no quiero que repita todo lo que digo ), todo tipo de lindezas sobre el matón y sus progenitores, que por cierto, dan señales de vida después de que el  corrillo de gallinas que estaba en el banco detrás de mí, acaban de comer pipas, y como no, echando los cascos al suelo, su reunión se cotilleos whatsaperos, poniendo verde a la pobre ilusa a la que dejó el marido con dos críos, uno de ellos de meses, y regocijarse que se fue con otra madre del grupo.

NOTA: " Este último dato no es relevante, pero es lo que se lleva una para casa después de una jornada en el parque de lo más educativa ".

Pues por estas razones, y muchas más que seguro me dejo en el tintero, ODIO EL DICHOSO ( aquí poner la palabrota que se os venga a la cabeza ) PARQUE .
Menos mal que mi niño se conforma con poco. Nos vamos a dar un paseo, a la biblioteca y si quiere ir al parque, vamos por las mañanas. Así tiene los columpios para él sólo, o para peques de su edad que como él no van a la guarde.

A vosotros os gusta el parque u os frustra como a mí.


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